Los piercing ¿Moda que mata?
Cada vez más jóvenes se perforan la piel sin percatarse de que
pueden ocasionarse problemas de salud
Los jóvenes por seguir los patrones de la moda no saben los
riesgos que corren al perforarse sus cuerpos.
María y Carlos esperan impacientes a su hija Ana de 14 años. Ella aún no
ha regresado de la escuela y ya son más de las 8:00 de la noche. El día
anterior habían tenido una discusión porque Ana quería colocarse un
piercing en el ombligo para estar a la moda cuando viniese el verano. La
mayor parte de sus compañeras de estudios los exhiben en disímiles
lugares del cuerpo y ella marca la diferencia. Además, su ídolo musical,
Cristina Aguilera, posee 11 en su anatomía.
Una hora más tarde la jovencita regresó, pero los padres notaron algo
diferente: se había perforado el ombligo sin autorización. Otra disputa
provocó este cambio no acatado en el hogar.
Lamentable, ¿verdad? Pero lo cierto es que casos similares se suceden
a diario. Los adolescentes y jóvenes, con el propósito de ser admirados
y reconocidos en su grupo de amigos, asumen este comportamiento ante el
asombro y la desaprobación de los padres. Los actores y cantantes
preferidos se convierten en los modelos a imitar en todos los sentidos,
aunque esto implique agredir, infectar y marcar de por vida el
organismo. Además, modifican su cuerpo con fines estéticos para lograr,
según ellos, una imagen acorde con las pautas que la modernidad impone o
legitima.
En las últimas décadas se observa un creciente interés por los
piercing, por eso ya no es difícil encontrar en nuestras calles a un
joven con horadaciones en diferentes parajes de su cuerpo.
Pero, ¿conocerán los riesgos de esta moda para la salud?
ORIGEN DE UNA METAMORFOSIS CORPORAL
Desde tiempos inmemoriales el ser humano, impulsado por la religión,
las supersticiones, el arte, la cultura, las costumbres, la estética o
la moda ha colocado en su cuerpo insignias como los tatuajes o los
piercing.
Aunque resulta imposible determinar con exactitud la aparición del
anillado corporal o piercing, que en inglés significa perforación, se
conoce que en Roma los miembros de la guardia del César usaban aros en
los pezones para demostrar hombría, audacia y colgar las cortas capas
que formaban parte de su vestimenta. Esta práctica también se extendió a
la India, donde las jovencitas eran anilladas en la nariz antes de sus
nupcias, como símbolo de devoción de la mujer a su marido.
En algunas culturas de la antigüedad se adoptaba esta forma de
expresión porque, según sus creencias, los defenderían de malos
espíritus o tragedias, en dependencia de la zona del cuerpo donde fuesen
colocados.
Desde la época de la Inquisición, comunidades religiosas han
utilizado el anillado genital como método de castidad y de expiación de
culpas.
Actualmente diversos grupos étnicos en el mundo colocan un piercing
entre las dos fosas nasales, con el propósito de defenderse, adornar su
rostro, diferenciarse del resto de los grupos tribales y conocer el
estatus social del que lo lleva. En Brasil, por ejemplo, existen tribus
cuya costumbre es hacerse un pequeño corte bajo el labio o en los
lóbulos de las orejas, que aumenta de tamaño hasta alcanzar el deseado.
En él colocan una pieza circular.
La colonización, la ilustración, las revoluciones inglesa y francesa y
otros procesos sociales de amplia repercusión, influyeron en que estos
cambios trascendieran las fronteras europeas y llegaran al continente
americano, fundamentalmente a Norteamérica.
¿POR QUÉ ADOPTAMOS ESA «MODA»?
Estos aditamentos mal aplicados provocan la transmisión de
enfermedades víricas.
Asumir una moda, una conducta o un símbolo como lo es el uso de los
piercing por los jóvenes, forma parte de los fenómenos vinculados con la
globalización y el intercambio cultural de unas naciones con otras.
El acceso a internet y a otros sitios o espacios informativos donde
son expuestas tendencias y costumbres de diversas regiones y la
irradiación del consumo cultural, intervienen en la reproducción del
piercing, principalmente, por los adolescentes que manifiestan en esta
etapa determinadas necesidades desde el punto de vista material o
espiritual.
«Muchos jóvenes perforan sus cuerpos porque esta práctica, importada
de Europa y Norteamérica, determina aspectos de su actitud», afirmó la
socióloga Eneycy Morejón.
«La filosofía de la mayor parte de estos grupos es desinhibirse con
relación al cuerpo, obtener la libertad en toda su expresión, el respeto
a su espacio, no reprimirse ante nada y estar dispuestos siempre a
vivirlo todo con intensidad, y los que pertenecen a ellos adoptan ese
estilo y conducta. Cuba no se encuentra aislada del crecimiento de esta
tendencia global», sostuvo también la socióloga.
Por su parte la sicóloga Ingrid Pedré Chávez, especialista del Centro
de Orientación y Ayuda Sicológica, es del criterio de que llamar la
atención de manera descoordinada, sobresalir por encima de la sociedad
que no acepta determinados patrones, o identificarse con un grupo que
asume una forma de pensar y actuar diferente a la preestablecida,
pudieran ser las causas que originan este comportamiento. También imitar
a cantantes o actores, seguir una moda, encontrar un espacio de
realización dentro del entorno familiar y manifestar sus deseos.
El tránsito entre la niñez y la adultez presupone una serie de
cambios que incluyen la búsqueda de la identidad, asumir las
transformaciones físicas y psicológicas que aparecen y adquirir poco a
poco la independencia. Es por eso que intentan imponer sus normas,
expresar sus demandas y autorrealizarse mediante el uso de estos objetos
como insignia que los identifique o los distinga.
Los piercing en la cavidad bucal dificultan la limpieza y
propician la acumulación de bacterias causantes de enfermedades.
«Los piercing muestran en el individuo la necesidad de diferenciarse de
sus iguales produciendo marcas en el cuerpo, con el propósito de obtener
el reconocimiento y el aprecio frente al prójimo», expresó además la
sicóloga.
Algunos consideran esta técnica como una forma de expresión
artística, donde las personas pueden manifestar sus inquietudes,
aspiraciones; desarrollar sus ideas y buscar un mejor estado físico y
espiritual.
Venus Carrillo, estudiante de Periodismo, posee un piercing en la
ceja izquierda: «No lo uso por seguir una moda determinada. Lo considero
como un cambio trascendental en mi vida y un modo de marcar la
diferencia. Para mí es una forma de exteriorizar rebeldía; un símbolo,
una prueba».
La mayor parte del fenotipo del cuerpo humano puede ser modificado
deliberadamente. La poca aceptación social de quienes no cumplen con un
patrón de belleza predeterminado, constituye uno de los motivos del
aumento progresivo, en los últimos años, de esta tendencia a manipular
el aspecto.
La alteración voluntaria del aspecto físico se considera una forma de
expresión no verbal, que sirve como vehículo de disímiles informaciones
del individuo y revela el grupo al que pertenece, la edad, el sexo, la
personalidad, el estatus y rol social del que las emite. El «nuevo»
cuerpo es un reflejo de los sentimientos e imágenes que desea suscitar
en el resto de los seres humanos.
«Este fenómeno es resultado de una época histórica, donde
determinadas corrientes o modas se expanden a diversos lugares del mundo
y los jóvenes, que son los más vulnerables, reciben esa influencia»,
aseveró Ingrid.
Si bien un gran número de adolescentes adopta este comportamiento por
un condicionamiento social, familiar o acaso para ser aceptados entre
sus amigos, otra parte lo rechaza debido a múltiples cuestiones como
daños físicos, riesgo de contraer enfermedades o que esa imagen no
responde con la educación recibida en el hogar.
La estudiante de primer año de Medicina, Elizabeth Ocaña, considera
que los piercing no son una opción positiva para la juventud: «El uso de
estos es físicamente perjudicial. Constituyen una agresión innecesaria a
nuestros cuerpos y, además, violan la primera barrera de protección al
perforar la piel y propiciar la entrada de gérmenes patógenos, o la
transmisión de enfermedades mediante instrumentos mal esterilizados.
«Muchos jóvenes piensan que porque luce atractivo es bueno usarlo, y
otros lo hacen para estar a la moda. Cada persona debe emplear aquello
que lo haga sentir cómodo y no dañe su cuerpo o su mente. Los jóvenes,
al seguir las corrientes actuales, se vuelven clones de cualquier
tendencia sana o no, y son capaces de violar sus principios, creencias y
gustos por asumir los patrones de una parte de la sociedad y sentirse
aceptados», explicó la estudiante de Medicina.
Los piercing pueden ser considerados interesantes pero, en realidad,
constituyen una acción agresiva contra el cuerpo que requiere de
responsabilidad y cuidado para no lamentar después las consecuencias.
RIESGOS AL USAR PIERCING
Los riesgos, por su vía de aplicación y método, son, entre otros, la
transmisión de enfermedades víricas como Hepatitis (B, C y D) y el
Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA); además de tuberculosis,
producto de la infección de bacterias u hongos. El contagio con alguna
de estas enfermedades, debido al desconocimiento de medidas sanitarias,
atenta contra la integridad física, psíquica y moral, por el daño que
causa al cuerpo y a la imagen.
El empleo, en su fabricación, de metales derivados del níquel y no
metales pesados como el titanio y el niobio ocasionan el rechazo a esos
materiales por parte del organismo, lo que requiere una urgente retirada
del piercing. También se producen infecciones bacteriales.
La doctora Mónica Álvarez Mesa, especialista en Dermatología del
Hospital Clínico-Quirúrgico Calixto García, cuenta que en una ocasión
atendió a un muchacho que poseía piercing en las orejas y en la lengua:
«El de la zona bucal tenía el grosor de un tornillo. El material con que
estaba hecho causó una dermatitis de contacto alrededor del mentón».
Los piercing colocados en la cavidad bucal dificultan la limpieza en
esta zona y, por consiguiente, se produce una acumulación de bacterias
propiciadoras de infecciones. En la lengua, afectan la función de
ingerir alimentos, la fonación, la estética al infectarse y causa el
bloqueo de las vías aéreas cuando se inflama, afirman especialistas.
Para prevenir problemas mayores, la dermatóloga Mónica Álvarez
recomienda, mantener una higiene adecuada en la zona donde se colocó,
evitar ponérselos en personas con acné o alérgicas a la bisutería y
comprobar las normas básicas de higiene y esterilidad.
La enfermera del Hogar de impedidos físicos y mentales en el
municipio de Playa, Georgina Pérez, plantea que, como madre y
profesional de la salud, no aconseja el uso de esta prenda: «Muchos de
los que se dedican a ponerlos no esterilizan las agujas y pueden
infectar a cualquier persona. Además, ellos no conocen de acupuntura y
colocar equívocamente el objeto en algún punto de la oreja provoca
consecuencias adversas. Está el caso de una muchacha que adelgazó
demasiado y al realizar los análisis médicos pertinentes se descubrió
que la causa era un piercing colocado en ese sitio».
Este no parece ser el caso de Daibel Flores quien pone piercing en
disímiles e insólitos lugares del cuerpo desde hace más de tres años.
Según cuenta, muchos jóvenes del municipio habanero de San Antonio de
los Baños han pasado por sus manos. Antes de dedicarse a esta práctica
pasó un curso de acupuntura.
Sobre los procedimientos que sigue para la colocación de los piercing
comentó: «Al emplear instrumentos como las pinzas de ojo, de mosquito,
las agujas, el troquel y las joyas, los paso dos veces por el autoclave
(equipo donde se desinfectan los instrumentos en los hospitales u otros
centros de Salud) de la Clínica, cercana a mi casa. Al concluir cada
perforación desecho el troquel, las agujas y el frasco de anestesia.
«Para evitar la infección de la herida les oriento a los jóvenes no
exponerse al sol, no tomar bebidas alcohólicas, no dormir sobre el sitio
donde se colocó el piercing, lavarse la zona con abundante agua y
jabón, aplicarse la pomada tres veces al día, mover la prenda y no tener
sexo».
—¿Los menores de edad deben ir acompañados de sus padres?
—El trabajo hay que cuidarlo. Los jóvenes de entre 14 y 17 años
siempre vienen con sus padres. En una ocasión perforé en el ombligo a
una niña de 10 años a quien acompañaba su mamá. Solo he tenido un
problema con familiares. Una muchacha vino a comprar uno de la lengua
para guardarlo hasta que tuviera el valor de ponérselo. A la semana, la
madre formó un escándalo y quería que le devolviera el dinero. Para
evitar problemas accedí a su pedido.
Sin embargo, Daibel afirma que en este municipio, un joven que se
dedicaba también a poner piercing empleó el mismo troquel para perforar a
más de 20 personas. Para desinfectar ese instrumento solo lo depositaba
en agua caliente y, además, no usaba guantes. ¿Resultados? Infección,
ombligos agrietados y queloides (malformaciones en la cicatrización y
abultamiento en la herida o en las zonas periféricas).
«Con el tiempo, los agujeros de los piercing se agrandan y deforman.
Un piercing colocado en el lóbulo de la oreja puede acabar en un
desgarro de fácil arreglo quirúrgico; en la ternilla el resultado
estético es mucho peor. La perforación en el labio puede dejar escapar
la saliva, y en la nariz, la mucosidad interior», aseveró también la
doctora Álvarez Mesa.
La enfermera Georgina Pérez opina, además, que para lucir bien y
elegantes no hay que recurrir a estos métodos: «Si un día decidimos
retirarlo de nuestro cuerpo, la perforación tarda en cicatrizar y deja
marcas y heridas que atentan contra la estética. En las personas con
predisposición a tener queloides, la cicatriz será muy difícil de
corregir. Como enfermera he tenido que atender a jóvenes cuyos piercing
se han infectado porque no se higieniza la zona y el objeto».
El joven Daibel Flores ha tenido piercing en el entrecejo, la
membrana interdigital entre el dedo índice y el pulgar, la nuca, cuatro
en la ceja derecha, anillado en la nariz, dos en un lóbulo de la oreja,
uno en el pabellón de la oreja, otro a la entrada del conducto auditivo y
en la campanilla. Confiesa que no seguir el procedimiento adecuado le
ocasionó pericondritis en la oreja izquierda, la que se hinchó y se puso
negra. De no retirarlos a tiempo hubiera perdido parte de ella.
Los más peligrosos, según la opinión de los especialistas, son los
colocados en los cartílagos, la lengua, la campanilla y los genitales
(en las mujeres, labios menores y clítoris; y en los hombres, el pene).
DIFERENCIAS ENTRE GENERACIONES
Los padres tienen distintos puntos de vista, criterios y posiciones.
Muchos consideran que esta actitud es circunstancial, y que en un
momento de la vida, el hijo va a cambiar, adquirir responsabilidades y a
madurar en sus ideas. Otros, sin embargo, aceptan y comprenden el
avance y desarrollo de la modernidad, que no cambia los valores del hijo
en la etapa más difícil de su vida.
Nancy González, jefa del Departamento de Relaciones Internacionales
de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), y madre de dos hijas
de 18 y dos años de edad, opina que si ellas algún día se pusieran un
piercing, respetaría su decisión: «No me gustan las cosas que puedan ser
agresivas al cuerpo por un problema de sanidad y dolor, pero todo tiene
en la vida su momento, su lugar y su edad. Aunque como moda la
considero bonita y en las muchachas luce bien, no se debe llevar ni a
toda hora ni en toda oportunidad y espacio. No imagino a nadie en una
sesión plenaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular con piercing
en el rostro, pero jóvenes de 18 años en una discoteca es normal que lo
lleven porque es lo que se está usando».
También están los padres que respetan las tradiciones y tratan de
presionar e imponerles a los hijos su forma de pensar y conducirse. La
ausencia del diálogo y la reflexión en torno a este tema y el maltrato
verbal o físico a los adolescentes, puede lesionar la autoestima y
ocasionar, en estos últimos, sentimientos de inferioridad, tristeza y
frustración.
«Desde pequeña los accesorios femeninos llamaron mi atención. Ninguna
bisutería escapaba de mis manos. La primera vez que vi un piercing fue
en el rostro de una compañera del aula. Entonces averigüé cuáles eran
los procedimientos para tener uno en la nariz. Mis padres en un comienzo
no aceptaron, e incluso, plantearon una serie de inconvenientes como
las enfermedades y otros riesgos para que yo desistiera. Pero al
comprobar que mi autodeterminación era intransigente, resolvieron dejar
esta decisión a juicio de mi libre albedrío», comentó la estudiante de
Periodismo, Cristina Escobar.
La mayoría de los adultos considera incorrecta esta forma de
proceder, e incluso, catalogan de rebeldes, extravagantes,
exhibicionistas y excéntricos a quienes llenan su cuerpo de
perforaciones.
Esos adultos que hoy imponen sus criterios, un día vistieron similar a
The Beatles, se peinaron como los afroamericanos, usaron minifaldas,
estrenaron atrevidos bikinis, es decir, adoptaron los cambios frecuentes
de la moda. Cabe preguntarse si de existir los piercing en aquella
época, también los hubieran asumido.
En estas mutaciones tiene un papel preponderante el mercado que
estimula psicológicamente a las personas para que compren, inviertan y
consuman más allá de lo necesario. Por todo esto, es indispensable
lograr un entendimiento, un equilibrio en la familia y una solución
consensuada entre las partes en conflicto.
Es necesario orientar a los jóvenes y explicarles los riesgos que
para la salud ocasionan estos objetos. Los medios de comunicación deben
prevenir y alertar sobre las consecuencias de una moda efímera, que será
sustituida pero, que a diferencia de otras, deja huellas imborrables.